No todo cambio político es transición. Los políticos y analistas venezolanos se han encargado de desvirtuar el significado político e institucional del concepto. Llaman así, por moda, a cualquier cambio. Y eso es un error. Y no solo eso, sino que ya dan por sentado su presencia, lo cual no es necesariamente cierto. No estamos en una transición, sino frente a la posibilidad de una.
Por ejemplo: una profundización del actual régimen, o algunos cambios cosméticos, manteniendo lo esencial de su ilegitimidad, o un simple cambio de gobierno, no pueden ser considerados una transición.
Con rigor, en la ortodoxia, para Venezuela hay que exigir una muy especial Transición a la Democracia (así, con nombre y apellido), que no solo permita recuperar el sentido de nación, sino que establezca un nuevo pacto social básico, expresado en un nuevo o reformado texto constitucional, y una trama legal, institucional y de modos de actuación, que permitan éxito, estabilidad y permanencia a los afanes nacionales por la democracia y el progreso. Unidad nacional, pacto social e instituciones son lo típico de las transiciones.
El centro del asunto, desde el surgimiento de la Transitología, en los setenta del siglo pasado, y en las más recientes demostraciones científicas de la Economía, en el estudio de casos como los del antiguo bloque soviético, muestran lo central del desarrollo de bases institucionales firmes y durables.
No se trata de liderazgos personales o gobiernos fuertes, sino de instituciones. No son lo mismo. Las personas o gobiernos son pasajeros; las instituciones, no. Ése es el reto que hay que asumir. Es lo propio de los procesos de transición a la democracia. Es lo que toca hacer en Venezuela.
Y el momento está llegando. Diversos signos y síntomas, incluso en las artes, nos lo dicen. Venezuela está frente a -no en- un momento transicional. Toca reconocerlo, proclamarlo, asumirlo y gestionarlo.
Hay diversos medios para capitalizar un “timing” así. En la hora actual, eso podría ser un cabal proceso constituyente. Es constitucional, es pacífico, es participativo, convoca a consensos, revisa ampliamente la problemática, reinstitucionaliza, etc.
En mi opinión, para concluir, está llegando la hora de una transición a la democracia, por la vía de un proceso constituyente.
Vía: el-carabobeño.com
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